HILDEGARD VON BINGEN
(1098-1179)
Fue una polifacética abadesa, física, filósofa,
naturalista, compositora, poetisa y lingüista del medievo. A pesar de
que su trabajo no sería considerado ciencia como tal en el mundo moderno, brilló con luz propia durante la época
medieval. Desde pequeña experimentó visiones místicas que, según ella misma
describió, iban acompañadas con música. En total compuso 78 piezas litúrgicas
para su congregación, agrupadas en la llamada sinfonía de la armonía de la revelaciones celestes y el primer
Drama litúrgico musical que se conserva. Hildegarda defendió que el canto era
una manifestación del espíritu divino del ser humano. Sus padres eran muy
creyentes y la entregaron en la iglesia como un diezmo por ser la menor de sus
10 hijos cuando tenía ocho años. Este tipo de abandono sería impensable hoy en
día. Sin embargo en aquella época, era un símbolo de los tiempos, y parece que
ésto encajó con su ferviente disposición desde niña. Cuando fue adulta,
Hildegarda expresó su gratitud hacia su
familia por haberla entregado en la iglesia en un momento en el que el espíritu
religioso creció lentamente.
Siendo
ya abadesa, afirma haber tenido visiones a una edad muy temprana que
continuaron al largo de su vida.
Sus
días de abadesa
Hildegarda avanzó rápidamente en las filas De
la Iglesia. En 1136, fue elegida por
unanimidad como magistrada entre sus
hermanas, y llegó tan lejos como para
convencer a la iglesia de su época de que tomara una medida inusual y le
permitiera fundar dos monasterios en 1151 y 1165. Esta particular mujer era
también una compositora consumada y sigue siendo conocida por ello hoy en día.
Entre
los años 70 y 80, se rescataron sus composiciones musicales y es autora de uno
de los repertorios de música medieval más extensos de la época. Una de sus
obras Ordo Virtumtum, dedicada a la
virtud, es uno de los primeros ejemplos de Drama litúrgico.
Además escribió textos teológicos botánicos y
medicinales así como cartas y poemas.
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